Menú
Casi todos los emprendedores han pasado por aquí, que es el punto de salida de un negocio online. Intentar lanzar una página web que no suponga una gran inversión, por cuenta propia y sin necesidad de un equipo de diseño y programación detrás.
Pero una cosa es publicar una web, y otra muy distinta es publicar una web profesional que provoque que tus visitas te tomen en serio. Puedes pasar días, semanas e incluso meses trabajándola por cuenta propia, ya sea antes de publicarla o después, y notar que no alcanzas los objetivos marcados. Ni vendes ni sientes que tu web transmita los valores necesarios para que una persona se interese por tus servicios.
A veces crees que podrías arreglarlo dejando que ciertas secciones de tu web que crees que son las más importantes sean delegadas a un programador, o un programador mixto que también ofrezca servicios de diseño web.
Pero si lo has intentado ya a estas alturas, lo más probable es que como mucho te haya servido para salir del paso, pero a efectos prácticos, puede que no hayas recuperado la inversión todavía, y encima no es algo que te sirva en el futuro, así que cada vez es más dificil justificar el gasto.
A nosotros como estudio de diseño, nos han preguntado muchas veces de hacer retoques a una web para dejarla bonita, pero la realidad es que sin una buena base, ningún diseñador podrá conseguir que tu branding sea apetecible.
Entonces, ¿solo te queda la opción de hacer la inversión de diseño web completo? A veces, no es necesario. Pero sí que es muy importante que entiendas dónde has cometido los errores:
Te pueden las ganas de sacar tu idea adelante y el ansia te hace crear tu web deprisa, sin pararte a pensar en qué es lo que mejor puede funcionar para ti.
Además, todos sabemos que al empezar, “no se puede” tirar la casa por la ventana, por lo que la identidad pasa a segundo plano.
Ya decidirás en otro momento si los colores y tipografías que has elegido funcionan. De todos modos, aunque quisieras, tampoco tendrías tiempo para destinarlo a la identidad.
No crees que sea algo importante, porque es algo que “puedes hacer más adelante”, ¿verdad?.
La realidad es otra: sin una identidad fuerte no podrás tener una web única que represente tu negocio.
¿No te has dado cuenta que no te sientes cómodo con tu web?, ¿que tu marca y los productos o servicios que ofreces están muy por encima de lo que transmite tu página web?
Puede que sí hayas pensando en el hecho que, tener una mínima identidad te hará más fuerte frente a la competencia. Pero esta “identidad” se queda en un simple logotipo.
Este es un gran error. Ya lo habrás escuchado varias veces, pero debes saber que tu logotipo es una parte de tu identidad.
Es posible que, creyendo que con un logo era más que suficiente, te hayas lanzado al mundo del DIY y de los tutoriales para aprender a crear tu propio logotipo.
Pero, por más que pruebas y le das vueltas, nunca terminas diseñando algo que te convenza o que creas que te representa.
Has elegido las tipografías al azar. Para los colores, te has decantado por tus favoritos, sin tener en cuenta su significado ni cómo pueden ayudarte a triunfar o fracasar.
Al fin y al cabo, llevas ya tantos intentos de logotipo que te sientes frustrado y terminas por poner uno cualquiera, aunque no te sientas 100% satisfecho con él.
Aunque pueda parecer más bien un error de planteamiento de tu negocio, y no de branding, no tener tu público definido hace que pierdas muchos, muchísimos clientes en tu web.
¿Sabes por qué? Porque cuando entran no se sienten identificados y lo que ven les parece frío y que no va dirigido a ellos.
Cuando empezaste la aventura de emprender, creíste que tu marca podría ir destinada a todos los públicos, ya que cerrarse a un nicho era algo muy arriesgado para empezar.
Pero tu marca ha ido creciendo, y ahora ves que lo que transmite tu web no tiene nada que ver con el tipo de cliente que quieres tener.
Debes replantearte quiénes son tus clientes; qué esperan de tu marca y sus productos o servicios y qué esperan encontrar en tu web para que les ayudes a resolver sus necesidades.
De este modo, pensando en quién va dirigida tu marca, conseguirás diseñar algo que atraiga a tus clientes en vez de hacer que huyan.
Ya tienes tu target definido, sabes quién es tu competencia y qué hace. Sabes cuál es el valor diferencial de tu marca y confías en su potencial para sacar tu idea adelante.
Y, pese a todo eso, instalas la primera plantilla que se te cruza en el camino. No te has parado a pensar en las posibilidades que te da para modificarla y hacer que, pese a ser una plantilla prediseñada, sea completamente tuya.
Hay tantas opciones en el mercado que has terminado por saturarte. Así que has elegido una que, más o menos, te convence y te sirve para ir tirando.
Pero… en cuanto la instalas, pierde toda la personalidad y pasas a ser uno más. El problema no está en la plantilla prediseñada, sino en que no sabes cómo sacarle partido para que represente a tu negocio.
Si hay algo que caracteriza el alma emprendedora, es la capacidad para multiplicarse por mil y aprender un poco de todo.
Esto no es una excepción cuando se trata de crear tu propia página web. ¿Cuántos tutoriales habrás visto ya desde que empezaste con tu marca?
En el punto anterior te has dado cuenta de que tu plantilla no es lo suficiente personal. Y, pese a no tener una identidad fuerte sobre la que trabajar, has decidido modificarla.
Has seguido miles de tutoriales, leído un montón de foros, tocado teclas que hasta ahora no sabías que existían… para nada.
Porque, al fin y al cabo, todo lo que has hecho solo te ha servido para hacer más complicada tu web, que ahora está construída a parches.
Estos parches se han ido sumando a medida que tu negocio iba creciendo, con lo que tu web tiene mil estilos mezclados y ninguno de ellos te representa ni hace que tus clientes se sientan cómodos.
Todos los puntos anteriores te han llevado a cambiar infinitas veces tu web. Estás intentando dar con algo con lo que te sientas cómodo y definido. Pero no hay manera.
Lo que no sabes es que, cambiando tanto el diseño de tu web y tu marca en general mareas a tus posibles clientes y los ahuyentas.
Y lo peor de todo es que, por más cambios que quieras hacer en tu web, si no tienes una identidad fuerte sobre la que puedas trabajar, no servirá de nada.
No importa si modificas el color o las tipografías mil veces. Hasta que no trabajes una identidad sólida no podrás tener una web coherente.
Tu conoces tus productos y servicios mejor que nadie. Pero tus posibles clientes no, por lo que se dejan llevar por lo que ven.
¿Te has parado a pensar en esas imágenes gratuitas de stock que has ido cogiendo para usarlas en tu web?, ¿de verdad transmiten todo el esfuerzo y sacrificio que hay detrás de tu marca?
Debes pararte a pensar en que cada detalle cuenta y hace especial y único a tu negocio. Desde las tipografías que eliges hasta los colores que usas. Todo define tu marca.
Piensa que sólo tienes una oportunidad para causar un buen impacto, una buena impresión. Y si lo primero que ven tus clientes al entrar en tu web les ahuyenta, ya los has perdido para siempre.
Al final, lo que siempre te ha pasado es que has empezado a hacer pruebas sin criterio alguno, más allá de tendencias, y no te has parado a pensar en si deberías cambiar el chip y preguntarte si tus visitas van a encontrar algo que las emocione.
Conseguirlo no es imposible, ni es algo aleatorio que les pasa a algunas personas que tuvieron suerte. Lo que hicieron fue crear una estrategia, y entorno a ella crearon una identidad corporativa que los define, los desmarque de la competecia y enamore a sus potenciales clientes, todo de una vez.
Una información tan de valor parece mentira que sea gratis, pero es verdad. Si te suscribes aquí, recibirás acceso inmediato a una masterclass en video creada en exclusiva por nuestras dos diseñadoras del equipo Three Feelings: Laura y Andrea.
En el vídeo encontrarás todo el proceso de trabajo que debes realizar para que la base de tu página web sea la más idónea para tu proyecto. No solo volvemos a desarrollar los problemas que tienes, si no que también te ayudamos a ponerle solución.
Lo digo porque entiendo que los inicios son complicados. Hace unos años no se concebía la idea de un rotulador que no fuera de punta dura. Y claro, intentas ser suave como una pluma, pero tu mano quiere apretar como si fuera papel de burbujas.
Ok. Respira.
Y apúntate a nuestro curso gratuito para aprender a utilizarlos.
Bienvenido! Te avisamos que usamos cookies propias y de terceros para que navegues y compres perfectamente por nuestra web. Si continúas aquí, es que estás de acuerdo. Si quieres más info, esta es nuestra política de cookies.